COMO HACEN CONOCIMIENTO LAS VOCES DISONANTES (2 personas)
COMO HACEN CONOCIMIENTO LAS VOCES DISONANTES
Susana
Gómez de Leal, 2003
“Todo hombre, por naturaleza, apetece saber”
Aristóteles
El conocimiento se presenta
como algo casi natural, que se va alcanzando con mayor o menor esfuerzo a lo
largo de la vida, que se acepta normalmente sin discusión, especialmente cuando
se adquiere en la escuela o a través de medios escritos de
comunicación. Pero los seres humanos utilizan, para desarrollar su
vida y realizar sus actividades, un conjunto amplio de conocimientos que en
ocasiones debe ser buscado. El hombre ha pasado por ese proceso de búsqueda del
conocimiento y construcción del intelecto, donde se vuelca a la aproximación de
la verdad a lo largo de la historia. Como toda actividad humana, la labor de los
científicos e investigadores en cuanto a la construcción de conocimiento, está
demarcada por las necesidades e ideas de su tiempo y su sociedad.
A través de este
escrito se presenta una visión del proceso mediante el cual se obtiene el
conocimiento científico, es decir la investigación científica en la época de
comienzos y a largo del siglo XX y en la aurora del siglo XXI. A lo largo de
estos tiempos, “Las Voces Disonantes” o figuras “no-standard” de filósofos de
la ciencia, proclamaron el nivel de asfixia y sofocación creativa y la
esterilidad intelectual que produce en los medios académicos la imposición de
una normativa metodológica, lo cual todo lo traduce en “caminar por donde ya se
caminó”, a explorar como antes se exploró, pensar como ya se pensó, cortándole
las alas a la imaginación creativa.
Respecto a esto,
Morin (1984) citado en Martínez (1997) dice que: “…los diversos trabajos
de Kuhn, Popper, Feyerabend y Lakatos tienen en común mostrar que las teorías
científicas, como los icebergs, tienen una enorme parte sumergida que no es
científica, y que constituye la zona ciega de la ciencia, pero que es
indispensable para el desarrollo de la ciencia” (p.64).
Durante buena parte del
siglo pasado, la imagen académica de la ciencia vino impuesta por el programa
filosófico que desde los años 20 elaboró el Círculo de Viena (1929-1936),
centrado en establecer los criterios demarcadores que permitirían distinguir la
ciencia de otras formas de conocimiento. Esta imagen de la ciencia conocida
como la concepción heredada,
imperante hasta los años 60 se caracteriza por describir la realidad del mundo como
acumulativa y progresiva, nítidamente separable de otras formas de conocimiento
con estructura deductiva, neutra y libre de valores.
En los años 60,
autores como Kuhn, Feyerabend, o Hanson, con atención a la historia,
inauguraron un nuevo enfoque, con un mayor énfasis en la dinámica de la ciencia
y en el contexto de descubrimiento. Otros de los mitos de la concepción
heredada de la ciencia que iban a caer eran la imagen de un desarrollo lineal y
acumulativo de progreso de los conocimientos.
Así, los significados
que la corriente positivista daba por únicos, cerrados y definitivos: el de
razón, verdad, lógica, realidad, conocimiento se vieron amenazados por la nueva
epistemología, la ciencia fue colocada bajo la lupa con una nueva visión y se
comenzaron a oír las voces disonantes enmarcadas por la panorámica
caracterizada de una variedad enorme de corrientes, autores con sus matices y
temáticas contradictorias.
Reflexiones sobre Epistemología, Ciencia y
Conocimiento
Los seres humanos se han
enfrentado siempre al reto teórico y práctico de aumentar sus conocimientos y
de transformar la realidad circundante, así se han ido acumulando saberes sobre
el entorno en el que se vive. Este conjunto de conocimientos que las personas
tienen sobre el mundo, así como la actividad humana destinada a conseguirlos,
es lo que denominamos ciencia, deriva del latín "scire"
que significa saber, conocer; su equivalente griego es "sophia", que significa el arte de
saber.
Entendemos por
conocimiento el saber consciente y fundamentado que somos capaces de comunicar
y discutir; se corresponde con el término griego "episteme" y se distingue así del conocimiento vulgar o "doxa" que es simplemente recordado
y que no podemos someter a crítica. Actualmente se considera que el conocimiento
es un proceso, en oposición a la consideración de la filosofía tradicional que
lo concebía como algo estático.
Por otra parte, el
conocimiento no crece de forma natural e infalible. Crece por las
investigaciones realizadas y es por tanto una función de las interrogantes
formuladas, problemas planteados y asuntos estructurados por aquellos que
investigan. Pero la ciencia no es únicamente un conjunto de conocimientos que
cumplen unos determinados requisitos. Tan importante como estos conocimientos
es la forma como se obtienen, su epistemología. La manera de proceder
característica de la ciencia se le ha llamado el método científico, que consiste en observar aquellos
hechos que permiten al observador descubrir las leyes generales que los rigen.
No obstante hoy en
día las concepciones modernas de la filosofía de la ciencia descartan la idea
de que la observación y la experimentación sean un fundamento seguro y
sostengan la ciencia. En esta línea de una nueva epistemología están los
autores sobre los cuales se basa este escrito, por ejemplo el radical
Feyerabend (2000), que afirma que "no hay ningún método que permita probar
que las teorías científicas son verdaderas (...) no hay método que permita
refutar de modo concluyente las ideas científicas" (p. 33). Y es que no
puede afirmarse que la práctica del método científico elimine toda forma de
sesgo personal o fuente de error, ni tampoco que asegure la verdad de las
conclusiones.
A principios del siglo XX, los problemas epistemológicos
fueron discutidos a fondo y matices de diferencia empezaron a dividir a las
distintas escuelas de pensamiento rivales. Se prestó especial atención a la
relación entre el acto de percibir algo, el objeto percibido de una forma
directa y la cosa que se puede decir que se conoce como resultado de la propia
percepción.
En 1935 Ludwig Fleck atacó
la reverencia religiosa a la ciencia. En 1945, se dio una reacción contra la
ciencia misma, convencidos de que ésta estaba al servicio de los campos de
concentración y la aniquilación nazi. Esta reacción, contra la razón, cargó
también contra la ciencia y los científicos, una antipatía que se incrementó
con la senda nuclear y los desastres ecológicos. En este período se inicia
la ruptura con la imagen clásica de la Ciencia o concepción heredada y aparecen las “voces disonantes”.
Ludwik Fleck: Un Predecesor liberado por
Kuhn
Fleck (1896-1961) científico
y médico, fue pionero en la tendencia de lo constructivista-relativista en la
filosofía de la ciencia y en el enfoque orientado sociológicamente del estudio
de la evolución del conocimiento. Merece este reconocimiento y respeto aunque
la mayor parte de su vida sus alcances filosóficos hayan pasado completamente
desapercibidos. Thomas Kuhn fue quien reconoció el trabajo de Fleck y lo
utilizó como fuente de inspiración en el suyo propio sobre todo en su libro The
Structure of Scientific Revolution. Pero Fleck no fue un historiador
o filósofo, o sociólogo, era médico quien trabajó en serología y bacteriología,
a parte de sus estudios médicos especializados, se interesó en historia,
filosofía y sociología de la ciencia y fue influenciado por ideas seminales
propuestas por los fundadores de la Facultad de Medicina Polaca.
Es considerado el fundador
de la filosofía de la medicina moderna y filósofo de la ciencia que ya en
1935, en su libro La génesis y el desarrollo de un hecho
científico, escrito en alemán y traducido al inglés cuarenta
años después, anticipó y hasta sobrepasó algunas de las tesis que luego fueron
revolucionarias a partir de Kuhn.
El modelo de ciencia
desarrollado por Ludwik Fleck plantea un punto de vista dinámico del trabajo
científico. Parte del concepto de hecho científico –como un evento en
construcción– versus el concepto de hecho empírico –como algo acabado y
formal–, del Círculo de Viena. Otros conceptos claves del modelo de ciencia de
Fleck lo constituyen el colectivo de pensamiento –la unidad social de la
comunidad de científicos de un campo determinado– y el estilo de pensamiento
–las presuposiciones acordes con un estilo sobre las que el colectivo construye
su edificio teórico–. Todo ello dentro de un punto de vista dinámico.
Los "hechos" no
son necesariamente confiables ni en la ciencia porque hasta los
"hechos" científicos son acondicionados sociológicamente por las
modas colectivas. Según Fleck, hasta todo descubrimiento empírico puede ser
visto como un suplemento, desarrollo o transformación de la moda imperante de pensar,
cuanto más cuando viene con aura de autoridad. Así, de cierto modo, se puede
decir que los hechos llamados "científicos" y los mitos tienen mucho
en común, ya que dependen de la confirmación que reciban de la colectividad.
Los enfoques
constructivistas del conocimiento no consideran privilegiada la vía que va del
objeto a la representación, es decir, no se considera pasivo al sujeto del
conocimiento, tendencia del enfoque realista llamado metafísico y de la mayor
parte de la epistemología empirista tradicional. Fleck manifiesta que los
hechos son inventados, no son descubiertos; más allá de la apariencia de los
hechos científicos como cosa descubierta, es en sí misma un constructo social,
la cosa hecha.
Fleck estaba
interesado en la teoría filosófica de la realidad rechazando cualquier criterio
absoluto y objetivo del conocimiento. No hay verdad absoluta y objetiva. La
verdad en la ciencia es una función que pertenece a un estilo particular de
pensamiento. Perteneciente a un grupo de científicos, o colectivo de
pensamiento. Un colectivo de pensamiento es “una comunidad de personas que
intercambian ideas o mantienen interacción intelectual”. Los individuos de un
colectivo de pensamiento comparten el mismo estilo de pensamiento. Verdad y
falsedad en la ciencia tienen significado sólo dentro del colectivo de
pensamiento específico y con respecto a un estilo de pensamiento dado y
dependen del propósito de la investigación. Puntos de vista diferentes pueden
ser igualmente verdaderos.
Para Fleco (1935), citado
en Stengers (1990), los hechos dependen de los estilos de pensamiento
particulares que varían de una manera no-progresiva con el tiempo y la cultura.
Un hecho científico no existe, más bien se desarrolla: "Las ciencias no
crecen como cristales, por aposición, sino más bien como organismos vivientes,
desarrollando todos, o casi todos los detalles en armonía con el todo” (p. 44).
Este proceso cognitivo no es uno de dos períodos, no ocurre exclusivamente
entre un sujeto abstracto y un objeto igualmente abstracto. El colectivo es
incorporado en este proceso como un tercer miembro. Entre el sujeto y el objeto
existe una tercera cosa, la comunidad. Es tan creativa como el sujeto,
perseverante como el objeto y dogmática como un poder elemental.
La idea de Fleck de
lo relativo de la verdad se origina en la medicina. Según Fleck, las
enfermedades no existen en naturaleza sino que son inventadas por los
médicos por razones didácticas. Fleck (1935) dice, citado en Stengers (1990):
“Es más fácil encontrar el camino a través de un bosque que por la botánica. Es
más fácil curar un paciente que saber realmente de qué se trata su enfermedad”
(p. 56). Aún esta misma naturaleza de la medicina es considerada
por las ciencias exactas como no científica. Parece como que si la medicina es
más un arte que una ciencia. No para Fleck, quien afirma que aún los hechos de
las ciencias exactas no son absolutos y que ellos se desarrollan. No hay verdad
absoluta aún en la física, el hecho científico en la física evoluciona y se desarrolla
exactamente como en la medicina. Aún en la física es imposible separar el
objeto del sujeto y ambos son influenciados por la sociología del
pensamiento. Alega el autor en el mismo texto: “No nos acercamos a la
realidad ´absoluta´ ideal ni siquiera asintóticamente ya que cambia
incesantemente, se renueva a sí misma y se aleja de nosotros al mismo paso como
nosotros avanzamos” (p. 62).
Fue también el
primero en analizar la naturaleza del conocimiento esotérico y su popularidad.
Concibió dos círculos concéntricos, el de adentro representaba la ciencia
esotérica y el de afuera la "exotérica", la cual es la esfera del
discurso público, donde la gente sin presión discute la ciencia en un formato
popularizado. Fleck se interesó primeramente en explicar el desarrollo de un
hecho, en el sentido de algo de lo que no se duda, algo en lo que todos
están de acuerdo. El argumentó, con la ayuda de un caso de estudio de la prueba
Wasserman para la sífilis, que los hechos no eran generados en la esfera esotérica
solamente. Él argumentó en contra de la noción de que la ciencia pura crea
conocimiento que es por lo tanto propagado hacia fuera en una forma más
popularizada, que es como atenuada o vulgarizada. Más bien, el conocimiento
esotérico es primero producido de manera tentativa no aceptada por todos; no es
aún un hecho. Es luego comunicado a la esfera exotérica de alguna u otra
manera que tenga sentido para los no-expertos. Pero esta reformulación
realmente redefine el conocimiento esotérico y le da otro nivel de significado.
Hay también otro mecanismo de retroalimentación que regresa a esta esfera
esotérica. Una comprensión análoga y obvia del mecanismo de feedback de Fleck
es la reformulación de los resultados de la investigación a los cuerpos
gubernamentales quienes decidirán en materia de futuros financiamientos y así
literalmente determinarán si los hallazgos serán probados o no.
Hanson: El Problema de la
Observación
Otra de las
primeras y principales voces disonantes que en los últimos años y como reacción
al positivismo lógico del Círculo de Viena, ha hecho planteamientos para
intentar dar una explicación del método y del progreso de las ciencias es la
del filósofo norteamericano Norwood Russell Hanson (1924-1967) quien atacó uno
de sus puntos débiles: la ciencia no comienza por la observación, haciendo una
distinción drástica entre la observación y la teoría.
Hanson
fue profesor de la Universidad de Yale en los años sesenta, haciendo referencia
al trabajo de Neurath, Popper, Grunbaum y otros miembros del Círculo de Viena,
en su obra Patrones de Descubrimiento, escrita
en 1958 y reeditada en 1998,
argumentó que “un objeto frecuentemente no se ve sabiendo cómo
verlo, más bien se observa desde cualquier defecto del órgano de la visión.” (p.
22).
Hanson en su libro establece dos conceptos;
observación por una parte y hechos por otra, diferencia que se relaciona con el
problema de la conformación sujeto/objeto del proceso de la construcción del
conocimiento científico. Para la problemática observación/hechos, se propone la
no existencia de una frontera discreta y definida entre ambos conceptos. En la
medida en la cual se repite una observación y se acumula un acervo
cognoscitivo, como sujeto epistémico uno se estará moviendo entre la
observación y los hechos, hasta llegar a un límite en el cual se pretenda que
el hecho sea invariable respecto al contexto.
Para describir y explicar aspectos problemáticos en
la observación de los fenómenos empíricos, Hanson, en Patrones de Descubrimiento,
utiliza una analogía: la del Rostro
Barbado como un proceso discreto: un gráfico que a primera vista se
compone de manchas negras sobre un fondo blanco, o viceversa, manchas blancas
sobre un fondo negro. Posteriormente al examinar con detenimiento el gráfico,
para la mayoría de los observadores sería posible descubrir una figura que se
corresponde con un rostro barbado; algo equivalente ocurre en la construcción
del conocimiento. Un observador, investigador y/o científico, a partir de un
conjunto de observaciones e informaciones, en principio aparentemente sin
relación directa entre ellas, puede ir sucesivamente elaborando y concatenando
situaciones para aproximarse a estructuras, en principio nominales y que
posteriormente pueden ser reformuladas de tal manera, que permitan
procedimientos de cuantificación y/o medición.
A partir del gráfico del Rostro Barbado antes
mencionado, siguiendo a Hanson se trata de representar una observación saturada
con un mínimo posible de "carga teórica". Las respuestas,
"Manchas blancas sobre un fondo negro", y/o “Manchas negras sobre un
fondo blanco”, pueden ser consideradas como un inicio cognoscitivo/ epistémico
primario que, metafóricamente sería equivalente a las ondas físicas de
diferente amplitud que impresionan a la retina en la percepción de colores.
Es
posible que cuando a un grupo de sujetos se les solicite describir el gráfico,
un cierto porcentaje encontrará al Rostro Barbado, otro grupo exprese Manchas
Negras/Manchas Blancas o no logrará nada, y es posible, en una primera instancia,
aunque improbable, que algunos sujetos perciban otras diversas figuras;
conejos, barcos, castillos. Se asume entonces que existan tres tipos de
respuestas; dos pertinentes (a) (Manchas Negras/Manchas Blancas), (b) (Rostro
Barbado), y una tercera que por su diversidad y/o variabilidad pueda ser
considerada ruido aleatorio (Conejos, Barcos, Castillos). Dado el tipo de
respuesta dicotómica en cuanto al Rostro Barbado, podemos aproximarnos a una
situación sujeto/objeto donde no se dé un proceso de conformación iterativa y
continua. Es decir, el objeto no se irá conformando de manera parcial y
continua en diversas iteraciones, sino que surgirá de manera completa y acabada
de una sola vez.
En
general, si se tuviese un tiempo ilimitado para observarlo y los sujetos fuesen
capaces de responder "Un rostro barbado", más que una
observación, ya se estará frente a un hecho objetivo, ya que cualquier sujeto
normal, una vez que descubra el Rostro Barbado, lo seguirá haciendo
indefinidamente. Se puede afirmar que ya se ha establecido la relación sujeto/objeto.
Hanson se opone en su
trabajo al postulado positivista de que las observaciones no están impregnadas
de ninguna interpretación teórica, sino que son datos sólidos ante los cuales
se contrastan las teorías, argumentando que, por el contrario, las
observaciones científicas están siempre interpretadas teóricamente,
"cargadas de teoría", de valor, de lenguaje.
Apoyándose en
la psicología de la Gestalt, señaló la "carga teórica de los hechos",
es decir, el que todo dato recogido es un dato lastrado por el contexto previo
del experimentador. Dependiendo del entorno cultural y de prejuicios, a menudo
ocultos, el observador destaca ciertos datos y los relaciona de forma diferente
a la que se daría en otro contexto. Este tema ha pasado a la discusión
filosófica como la infradeterminación de los datos de observación por nuestras
teorías previas.
La observación para Hanson, no sólo está coloreada al inicio con teoría y
expectativas debidas a conocimientos previos, más aún está influenciada por la
forma de expresarse, por el lenguaje que se conoce. La función del lenguaje
aquí es significativa, ya que no se usa sólo para expresar lo que se sabe, sino
para ajustar las sensaciones visuales y articular las relaciones a través de
las cuales el contexto de la teoría detecta o consigue significado. Un lenguaje
visual actúa de manera similar, cargado de preconcepciones contextuales que
articulan las relaciones que la mente necesita para distinguir lo que observa.
El argumento de Hanson es que en la “visión” no hay dos
operaciones, una de recepción de datos, es decir, de ver algo y otra de
interpretación de esos datos; por el contrario, la “visión” es un proceso en el
que esas dos supuestas operaciones se mezclan al punto que es imposible ver sin
interpretar. Hanson afirma entonces que toda observación está, en cierta
medida, determinada por la “carga teórica” del observador. Por eso dos
individuos con distinta “carga teórica” no observarán lo mismo.
Hanson
(1998) declara que “hay más en la vista que lo que encuentra el ojo” (p.34).
En su disertación sobre las observaciones cargadas de teoría, Hanson alerta a
los filósofos de la ciencia sobre la importancia de la observación y la
representación visual en la ciencia, así como la necesidad de un análisis más
apropiado sobre este tema. Filósofos de la ciencia como Hanson y, más tarde,
Thomas Kuhn, afirman que las teorías e interpretaciones están “ahí” en la
visión desde el comienzo y que la frontera entre “ver”, “percibir” y
“representar” están borrosas.
Kuhn: La Concepción de Paradigma y La
Revolución Epistemológica
Thomas Samuel Kuhn
(1922-1996), historiador y filósofo de la ciencia estadounidense, conocido por
su contribución al cambio de orientación de la filosofía y la sociología
científica en la década de 1960. Se opuso a la momificación de la ciencia que
desde el Círculo de Viena se promulgaba, una concepción “formalista” demasiado heredada
de la misma,
entendida como una actividad completamente racional y controlada, que decía que
científico era aquello que se ajustaba a una serie de normas lingüísticas y
metodológicas. Ello contrasta con el planteamiento “historicista” de Kuhn,
la ciencia entendida como una actividad concreta que se ha venido dando a lo
largo de los siglos y que en cada época histórica presenta peculiaridades y
características propias.
Es Kuhn
el padre de la teoría del conocimiento moderno y su obra La Estructura de las
Revoluciones Científicas, traducida a veinticinco idiomas, y
sólo la edición inglesa con más de un millón de ejemplares vendidos, lo que lo
consagró como uno de los filósofos más influyentes del siglo XX. Kuhn divide
claramente la historia de la epistemología en dos períodos diametralmente
diferentes y sus ideas se consagran en el escenario intelectual donde predomina
la tesis de que la ciencia es un hecho social y que resulta incomprensible sin
el manejo de categorías de esa índole.
Para él el progreso de la ciencia es
esencialmente un proceso discontinuo que se produce a saltos (revoluciones) aun
cuando el ritmo de adquisición de conocimientos sea constante. Kuhn considera
que todas las disciplinas científicas evolucionan de modo similar siguiendo una
serie de etapas. Kuhn señala un programa epistemológico que arranca del
cuestionamiento a la idea de que el conocimiento actualmente disponible es
producto de un proceso gradual y progresivo de acumulación de
descubrimientos y teorías que habrían dado origen al caudal científico moderno.
En su lugar postula un nuevo tipo de cambio científico, el revolucionario.
Kuhn se propuso analizar cómo se lleva a cabo la actividad científica, si
existe un mismo patrón que se pueda aplicar a lo largo de las distintas épocas
históricas, ver a qué se debe el aparente éxito en la obtención de
conocimientos de la ciencia y si dicho conocimiento, por otra parte, es
acumulativo a lo largo de la historia. Para Kuhn, la ciencia se desarrolla
siguiendo determinadas fases:
·
Establecimiento de un
paradigma:
Es la relación que se establece entre producción del conocimiento y el quehacer
de las colectividades específicas que lo sustentan, postulando que los
presupuestos epistemológicos comprometidos en esta empresa, se autosostienen en
las comunidades de practicantes -en el sentido que dependen de o están
determinadas por éstas- las que, más que un simple referente, pasan a
constituirse en elementos constitutivos del quehacer científico mismo. Es
precisamente el consenso de estilo y la adhesión a un paradigma común lo que permite
distinguir lo que es una Comunidad Científica.
·
Ciencia normal: Según Kuhn (2001): Es “la
investigación basada firmemente en una o más realizaciones científicas pasadas,
realizaciones que alguna comunidad científica particular reconoce, durante
cierto tiempo, como fundamento para su práctica posterior" (p. 68). Cuando
un determinado paradigma triunfa, y se establece, suele surgir un periodo de
ciencia normal que viene a ser el establecimiento de la investigación bajo un
paradigma. Con el establecimiento de un periodo de ciencia normal, los
científicos no buscarán ya nuevas teorías, y ni siquiera nuevos fenómenos.
·
Crisis: Pero a pesar de todos los
intentos por salvar un paradigma llegará el momento en que las anomalías
engendrarán una multitud de salidas posibles contrarias a algunos postulados de
la teoría. El consenso entre los científicos disminuirá, y el paradigma entrará
en crisis. Cuando el paradigma está en crisis y, solo si, surge un nuevo
candidato a paradigma, surge una revolución científica.
·
Revolución científica: Finalmente se produce una
revolución científica cuando uno de los nuevos paradigmas sustituye al
paradigma tradicional, como sucedió con la visión del mundo copernicana, que
derrocó a la concepción aristotélica o con la teoría de la relatividad de
Albert Einstein, que sustituyó a la visión newtoniana de la realidad como la
forma más apropiada forma aproximarse al mundo. Tras
la revolución el ciclo comienza de nuevo y el paradigma que ha sido instaurado
da pie a un nuevo proceso de ciencia formal.
·
Establecimiento de un nuevo
paradigma: La
naturaleza del cambio que desde el punto de vista de las revoluciones
científicas implica la sustitución de un paradigma por otro, a diferencia de
los tipos de argumentación científica ofrecidas por las tradiciones más
clásicas del pensamiento.
Según estos postulados, la discusión kuhniana sobre la ciencia supuso un
gran cambio en el debate filosófico del momento, pues el modelo formalista que
imperaba fue desafiado por su enfoque historicista.
Paul Karl Feyerabend: Contra El Método
Todas las
ideas de Thomas Kuhn fueron explotadas y radicalizadas bajo un esquema teórico
anarquista del conocimiento y plasmadas bajo el anarquismo metodológico que se
presenta como único remedio para los riesgos dogmáticos del método. El autor,
Paul Karl Feyerabend (1924-1994), filósofo de la ciencia y pensador austriaco, quien
con su Against Method (1970) destaca aún más que Kuhn el papel
de la argumentación, de la persuasión, de la retórica y de la propaganda del
triunfo de una teoría científica.
Feyerabend
estudió bajo Popper en la Facultad de Economía de Londres donde conoció a
Lakatos, quién lo urgió a escribir Against Method. Luego se mudó a
USA, donde se hizo amigo de Kuhn y rechazó fuertemente la ciencia como algo
superior a otras formas de conocimiento y como resultado fue etiquetado como un
anticientífico.
En su obra
característica, de marcado carácter provocador, Contra el Método, su primer y más famoso libro,
traducido a dieciséis idiomas, argumentó que la filosofía no puede proveer una
metodología y racionalidad para la ciencia ya que no hay racionalidad que se
pueda explicar, allí resalta la
conveniencia de la “ausencia de método” científico, o mejor del anarquismo
metodológico. Su afirmación de que todas las metodologías tienen sus
limitaciones y que la única regla que sobrevive es la del “todo se vale” es el
eje de su esquema de una teoría anarquista del conocimiento donde sostiene,
además del anarquismo epistemológico, la conveniencia del recurso a elementos
irracionales en la investigación y la no “existencia de un criterio de
demarcación entre ciencia y pseudociencia”. Para el autor (2000): La separación entre ciencia y arte
es, además, artificial y, a su entender, cuanto más sólido se hace el edificio
de la ciencia, “más imperioso es el deseo de la vida (...) por escapar de él
hacia la libertad”. (s/p).
Su
crítica contra el "racionalismo" y su defensa del "anarquismo
epistemológico", se traduce en una "metodología pluralista", bajo
una estrategia anarquista que muestra la irracionalidad de las reglas del
racionalismo, supone lo que ese pretende y los procedimientos que propone, y la
razonabilidad de las reglas que son contrarias a las suyas (las contra-reglas),
a la luz de la práctica científica.
Feyerabend,
el anarquista epistemológico, o el peor enemigo de la ciencia como lo
han tachado otros, bajo lectura amigable pero llena de sátiras y tintes
cínicos, es sin duda una de las críticas más explosivas a la metodología
científica. En su dominio (historia y sociología de la ciencia) critica la
práctica científica, escandaliza a los filósofos de
la ciencia con sus críticas al "método científico", y muestra que tal
método es sólo una ficción que ningún científico ha utilizado en la práctica, a
pesar de lo que digan los libros de texto. Defiende el todo vale
como el único método respetado por todos los científicos en la historia de la
ciencia.
Al escribir su autobiografía no contempla los descargos, alegatos y
razones en los que se habría fundado la peculiar toma de posición
epistemológica de su pensamiento. Este filósofo de las ciencias no gasta
páginas en justificar su eventual filosofía de las ciencias. Según
declaraciones del propio Feyerabend (2000): "Uno de mis motivos para
escribir Contra el Método fue liberar a la gente de la tiranía de los
ofuscadores filosóficos y de conceptos abstractos como `verdad', `realidad' u
`objetividad', que ensombrecen la visión de la gente y sus modos de
vivir".(s/p)
Pierre
Thuillier: La Gran Implosión
Pierre Thuillier, (1927-1998), epistemólogo
francés, filosofo de formación y periodista científico, agudo estudioso de la
ciencia, profesor de epistemología e historia de la ciencia en la
universidad de Paris y Editor de La Recherche, produjo muchos escritos, siendo
su último libro, una especie de recopilación de sus estudios durante toda su
carrera universitaria.
Sus
estudios los concentró en la necesidad de relacionar las ciencias con
realidades sociales y culturales, así como la de asumir una actitud diferente a
la que se venía teniendo, donde se ve a la ciencia perteneciente sólo a una élite
y como panacea para la solución de todos los problemas. Respecto a esto,
Thuillier advirtió hace tiempo sobre los peligros implícitos en la concepción
de Kuhn sobre la ciencia madura porque según este enfoque, toda disciplina al
madurar va logrando un consenso tal que todos sus miembros comparten un solo
paradigma, donde la unidad absoluta de la comunidad científica prevalece por
sobre todas las cosas. En las ciencias sociales nunca se logró tal unidad, y
esto -según Thuillier- es una verdadera suerte porque el triunfo de una única
perspectiva sería algo así como el fascismo del pensamiento. Estuvo en
contra de la ciencia “impuesta” y consideraba la cientificidad como un enemigo
social.
Igualmente, Thuillier (1998) critica mucho las
clases impuestas por la burguesía y por la ciencia misma; cuando se le pregunto
qué se podía hacer a la cara de la alta tecnología de cara al científico, dijo
que “el homo scientificus, ... es el que hace las teorías, el que
prolonga las tecnologías, es como el teólogo del mundo moderno: la teoría es su
último avatar, su forma más sublime, pero lo más importante para él, es la
mecanización del mundo”, dice que ese período y trabajo científico por la
ciencia actual se hizo cuando Descartes, con el culto a lo mecánico, para él el
mundo no era más que una máquina, donde comenzó la deshumanización del mundo.
(p. 74).
Según
Thuillier (1998) lo científico hoy día se enmarca en “conseguirle leyes a
la maquina y descubrir matemáticamente la manera de hacerla rodar” (p. 47). El
menciona que “de entrada es una suerte de muerte espiritual”. Dice que el mundo
ya no tiene amo, y lo científico es lo que va a objetivizar todo.
El
sueño de Thuillier, era un humanismo donde todos los seres compartiéramos el
universo sin distingo de color de piel, (ya que para él la raza no existía), ni
credos, este estudioso, gran humanista vislumbraba la destrucción del hombre
por el hombre y en su gran preocupación como hombre científico había llegado a
la conclusión a través de sus estudios que la ciencia no podía hacer nada para
evitarlo ya que los coloquios, reuniones y convenciones no han sido suficientes
para detener esta suerte de autodestrucción.
Thuillier (1998) sobrepone lo personal, lo pasional e intuitivo sobre lo
racional y objetivo y analiza, lo que escribió en su libro La Grande Implosion: Rapport
sur l’Effondrement de l’Occident, 1999-2002 (La Gran Implosión:
Informe sobre el Colapso de Occidente, 1999-2002) escrito en 1995, las claves
de un hipotético colapso de la civilización occidental. Uno de los méritos
de esta obra es lo que todos sienten que se viene encima, es decir que la
civilización está a punto de colapsar y que las ciencias y las tecnologías,
lejos de aportar los beneficios o ser racionales, son el origen de la
degradación general de las condiciones de vida y la destrucción de la razón y
de la subjetividad de los hombres, el cual se expresa a continuación:
“En 2077 se
constituyó espontáneamente «un grupo de investigadores sobre la cultura
occidental». Compuesto mayormente de historiadores, humanistas y poetas, no fue
creado tanto para revindicar un cientificidad común y corriente, sino solamente
para degustar las ventajas culturales otorgadas a todo grupo de tal categoría
(…) Nuestro objetivo inicial no era narrar una vez más los
acontecimientos que han conducido al colapso del occidente, es decir eso que
uno llama hoy día La Gran Implosión”. (p. 89)
Según sus
propias palabras (1998): “Tengo la convicción personal, pasional e
intuitiva de que eso no puede continuar así, va a implosionar. Pero
entendámonos bien, no se trata de predecir el fin de la humanidad, sino el fin
de un modo de vida peculiar, de una cultura. (p. 99).
Michell Serres: Los Cinco Sentidos
Michel Serres (1930- ),
nace en Agen, Francia, filósofo, poeta, físico, matemático, investigador,
que pasa de la escuela naval a ser elegido miembro de la Academia Francesa
desde 1990, es a su vez profesor de francés de la Universidad de Stanford,
profesor de historia de la ciencia en la Universidad de Paris, La Sorbona, y
autor de diversos libros. Es hoy uno de los más prominentes, atípicos,
provocativos y revolucionarios pensadores franceses de la ciencia, cultura y
tecnología. Su trabajo lo ha centrado en cuestiones acerca de la multiplicidad
y la indeterminación, orden y caos, ruido e información. Sus escritos más que
todo tienen que ver con la relación entre la ciencia y la naturaleza, lo local
y lo global, la información y el poder.
En su obra La
Filosofía del Cuerpo: Los Cinco Sentidos (1985) citada en Latour
(2000) el autor desarrolla su teoría: los sentidos como origen de la filosofía;
el tacto primero, el oído luego, el gusto y el olfato en el tercer capítulo y
la vista en el cuarto. Lo más novedoso es que incluye un sexto sentido que es
el goce. Serres parte de la discusión de problemas ya abordados en la historia
de la filosofía para construir su ciencia del conocimiento donde dialoga con
filósofos como Sócrates y Platón, con Descartes para saber el lugar del alma;
con Condillac a través de la metáfora del incendio del barco y del cuerpo que
va recuperando miembro a miembro la movilidad.
El
hilo conductor de toda esta reflexión son los sentidos, que si bien
relacionados con la sensación y la sensibilidad como formas del conocimiento,
originan nuevas respuestas a problemas como el del tiempo, la comunicación y el
lenguaje (nuestra segunda lengua; la primera es la que prueba, la poseedora del
sentido del gusto).
Serres busca la interrelación entre
ciencias e ideas, busca un modelo de comunicación científica, hace énfasis en que
“la ciencia es un sistema y que el gran cambio estará dado porque a
diferencia del pasado, en vez de la gente ir a la educación, la educación
irá a la gente, esta es la verdadera revolución.”
Serres (1985) citado en
Latour (2000) señala que la negación del cuerpo y sus condiciones cognitivas es
la constante de un animal que pretende ser pura razón o puro espíritu; pero
éste y aquélla no serían nada sin soma, sin la precaria estabilidad que
proporciona el cuerpo.
“El cuerpo es
el dato más inmediato que nos informa sobre las fuerzas del cosmos, sobre la
voluntad, el cuerpo como principio de saber implica alejarse de un tipo de
conocimiento resentido, que sospecha de todo lo dado y lo disuelve en el
discurso, en las palabras”. (p. 32)
Los
cinco sentidos del cuerpo, Vista, Oído, Tacto, Gusto y Olfato despliegan
su sabiduría, sus afecciones en el mundo y no hay nada que pueda minimizar su
fuerza y eficacia. Serres, opta por un tipo de conocimiento que se deriva de
todas las cosas materiales, de todo aquello que se presenta ante los sentidos para
ser vividos y saboreados o no en plenitud.
Igualmente acota que
el conocimiento se construye por medio del lenguaje que procede de los propios
sentidos, un lenguaje que se deslice con una prosa continua a través de un
espacio anfractuoso, plagado de baches, fallas, invaginaciones, y de un tiempo
que responda al instante de lo vivido, no a la mensuración rígida de lo que en
verdad nunca acontece. Sólo con una prosa poética, fuera de esos pobres
trasuntos llamados sistemas, como la que despliega Serres, el cuerpo puede
presentar sus múltiples sentidos, que no son otra cosa que los elementos que
tejen y urden la trama de la existencia. Para Serres, las palabras discursivas
y clásicas son sinónimo de atentado a la naturaleza, para él, por ejemplo, la
palabra “clásico” ya en su etimología representa la violencia.
Serres, en
su epistemología, propone un humanismo universal donde se toman en conjunto las
dos consideraciones de ciencia, la científica y el conocimiento que
da la vida en general y de esa manera contribuir a una globalización pacifica,
el tipo de humanismo que propone Serres, estará al servicio de la
humanidad en general y no como antes destinado a una región determinada del
globo. Serres, considera que no se puede desligar el conocimiento científico de
la vida en general con todo lo que ella encierra, los problemas están allí como
parte de la cotidianeidad de la vida.
Isabelle Stengers (1949- )
belga, filósofa de las ciencias y autora de libros sobre psicoanálisis,
hipnosis y brujería, comenta que en cada libro que ha escrito se siente
“como una bruja que agita un mortal caldero y que a su vez dice: ¡nadie osará
beber este brebaje que yo preparo!”. Publicó en 1979 la Nueva Alianza junto
al Premio Nóbel de la Química, Ilya Prigogine, sobre la necesidad de una
ciencia creativa en nuestro tiempo, donde la autora escribió, citada en
Stengers (1990):
"El ideal clásico de
la ciencia, el descubrimiento de un mundo inteligible pero sin memoria, sin
historia, remite a la pesadilla anunciada por Kundera, Huxley y sobre todo
Orwell. En 1984 la lengua misma ha sido amputada de su pasado y por tanto
también de su poder de invención de los futuros: contribuye a apresar a los
hombres en un presente sin salida ni alternativa. Esta pesadilla es sin duda el
poder". (p. 67)
La ciencia con todas sus
virtudes, sus triunfos han sido distribuidos de forma desigual, aun hay muchas
enfermedades con curas incógnitas por vencer, donde la mayor carga la llevan
los pobres y los mas necesitados, es indudable que la ciencia tiene un alto
porcentaje de la verdad en sus manos y lo que dice puede ser cierto o no, pero
no es la única verdad que importa.
Durante mucho tiempo
la idea de objetividad nacida de las ciencias físicas ha impuesto su supremacía
dominando por largos períodos y en consecuencia ha dividido las ciencias, la
ciencia para ser digna de llamarse ciencia, debía definir su objeto, determinar
las variables en función de las que podían ser explicadas de a cuerdo con los
comportamientos observados. A partir de ahora se multiplican nuevos tipos de
transferencia de conocimiento. La imagen tradicional del las ciencias ha estado
disociada entre dos polos aparentemente contradictorios, por encima de todo
ello las dos imágenes de racionalidad científica convergen hacia una conclusión
única; es terrible que esta racionalidad separe a los individuos del universo
en que viven, que el mundo sea ilusorio o que solo se cuente con lo que pueda
ser medido o manipulado.
En
esta perspectiva solo la libertad del hombre puede poner límites a las empresas
de la razón, una libertad que de sentido al deber donde las ciencias
pueden describir al hombre como sometido a las cadenas de la causa y el efecto,
libertad de los grupos sociales del mundo que deben escoger sus fines justo
donde las ciencias solo pueden definir los medios.
El
ser humano tiene que tener muy claros sus principios y valores, decidir lo que quiere
para el futuro ya que la ciencia y sus nuevas tecnologías ponen todos sus
adelantos e invenciones al alcance de la humanidad sin distingo de razas
o credos. El conocimiento científico no puede separarse de la humanidad.
Stengers y Prigogine publicaron La Nueva Alianza (1983) donde inicia
el debate epistemológico, recusando a la imagen de la ciencia clásica, refieren citado en Duval (1999):
“Los
grandes fundadores de la ciencia universal, hicieron hincapié en la
universalidad y el carácter eterno de las leyes de la naturaleza. Formulan
esquemas generales que coincidirán con la misma definición de racionalidad. …
buscaron esquemas generales, marcos unificadores universales, en los cuales
todo lo que existe podía demostrarse sistemáticamente lógica o causalmente
interconectado, vastas estructuras en las cuales no debería haber brechas
abiertas para acontecimientos inesperados y espontáneos, en donde todo lo que
ocurre debería, en principio, ser totalmente explicable en función de leyes
generales inmutables”. (s/p).
Stengers
habla de una coherencia entre los conocimientos, que no puede ser estática, no
puede determinar los limites entre lo pensable y lo impensable, no se
puede, según la filosofo, descubrir esta coherencia con una verdad en la
historia y enfatiza que solo se puede construir en el seno de una historia que
permita crear nuevos posibles y que la nueva visión de la física o la física
del devenir, no es una nueva visión del mundo, sino una nueva invención de
lenguajes nuevos, con nuevas y mejores posibilidades de pensar y decir lo que
vivimos. Ella propone que se entienda la tensión entre la objetividad
científica y creencias como una parte necesaria de la ciencia, central a las
prácticas inventadas y reinventadas por los científicos. Una especie de
distinción de la ciencia más que epistemológica, ontológica, más que en la
palabra, en el mundo.
CONSIDERACIONES FINALES
Los primeros
estudios sociales e históricos de la ciencia, se articularon en el primer
tercio del siglo XX y formaron parte de un importante giro filosófico. Los
nuevos planteamientos entendían la ciencia, como el resultado de interacciones
sociales y su estudio se centró en los contextos sociológicos y económicos que
configuraban su desarrollo.
En el ámbito de
la filosofía de la ciencia, el giro social permaneció prácticamente inoperante hasta
que irrumpieron estas voces disonantes otorgando un cambio en la valoración de
la ciencia y la tecnología. Este cambio venía a cuestionar algunos de los
rasgos que la filosofía y la sociología ancladas en una rígida delimitación
entre hechos y valores, atribuían a la ciencia, tales como la supuesta
excelencia racional de los conocimientos científicos y de los procedimientos
tecnológicos o la neutralidad valorativa de la investigación científica y de sus
resultados.
La
investigación sociológica de la ciencia rechazó las delimitaciones y la tradición científica
positivista, para tomar como objeto propio de estudio
empírico no ya la estructura social de las comunidades científicas, sino el
mismo conocimiento científico y su producción específica. La nueva sociología
del conocimiento científico abordó directamente desde otras perspectivas, para
escándalo de filósofos de la ciencia. Sus tesis más características pueden
resumirse en una concepción de la ciencia como resultado de procesos de
construcción social.
No sólo se ve
la riqueza de la idea contenida en las posturas de estos científicos a nivel
global, sino también las importantes repercusiones que tienen para el
pensamiento del colectivo y para muchos que posteriormente han trabajado sus
ideas dando forma a las nuevas epistemologías.
Como un aporte a la epistemología y como una forma de enriquecer al
quehacer científico, es muy importante que se den a conocer divergentes formas
de construir el conocimiento, otras experiencias y posturas en el proceso de
investigación, con sus aciertos, sus cambios, sus dificultades, ya que esas
vivencias están llenas de aspectos que pudieran guiar futuras investigaciones,
están llenas de aprendizajes que pueden orientar y enriquecer a los
investigadores, epistemólogos, tutores y estudiantes de postgrado, entre otros
a la comprensión más profunda de los hallazgos y sus derivaciones. En el
proceso de producción del conocimiento, se deben tener presente las diferentes
tendencias para evitar el aferrarse a un programa preestablecido, así evitar
convertir a la investigación en un hecho pasivo, que coarta la creatividad e
ingenio y limita la visión. Hay que estar atentos a la disonancia.
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